Nahúm Zenil es uno de los artistas más importantes del México de hoy. Con frecuencia su trabajo tiene claros rasgos autobiográficos y, al igual que Frida Kahlo -cuya obra admira profundamente-, utiliza su propia imagen como protagonista de la mayoría de sus telas.
Sus autorretratos son imágenes de confrontación: santo, mártir, ángel, demonio, es una confrontación, un reto con el espectador. Para apreciar si obra es necesario familiarizarse con su presencia y con la realidad que nos fuerza a aceptar; incluyendo su propia alineación dentro de una sociedad en la que la norma de los valores, tanto religiosos como sexuales, es en extremo conservadora.

La ambigüedad sexual, un cierto erotismo masculino y el narcisismo se mezclan con otros elementos autobiográficos que incluyen una especie de fascinación con los mitos religiosos y las leyendas. La obra de Zenil tiene un alto contenido político. No trata de ocultar ninguno de los episodios de su vida que le son importantes: los utiliza en una suerte de monólogo constante que se torna en diálogo (entre él y el observador) sobre dualidades como represión y libertad, individualismo y conformismo.
La visión de Zenil está "enraizada" en lo mexicano. Algunas veces toma símbolos nacionales, por ejemplo la bandera nacional aparece repetidamente en su trabajo, o utiliza símbolos de fuerte nacionalismo religioso como la imagen de la Virgen de Guadalupe, patrona de México. Las técnicas que utiliza recuerdan también el arte tradicional mexicano. La mayoría de sus obras están hechas en tinta sobre papel con gouaches de color; el papel que utiliza con frecuencia es de color sepia y, además, usa la pluma para dar un efecto punteado sobre los fondos que recuerdan a los grabados del siglo XIX (en especial los de José Guadalupe Posada) que se han ido oscureciendo con el tiempo.
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